sábado, 27 de julio de 2013

The Rain Came

Por fin, en la tierra de la lluvia, la neblina y el mal tiempo (y la buena cara), llego la lluvia torrencial. Desato ruido, estupor y un sentimiento liberador tanto en alumnos como en profesores. Encima, cayó de sábado, que es un día mas o menos relajado en nuestra ajustada rutina (solo una clase de skills y un taller) y además es como un viernes, porque el domingo tenemos un solo taller y nada mas hasta el martes. Vamos a tener un fin de semana sin calor, y sin sol, pero el cambio va a venir bien. Aparentemente se viene un tormenta tremenda desde el sur, así que me alegro- voy a poder usar toda la ropa de manga larga que traje, que sigue limpia, y puedo poner a lavar todo lo que sea mas estival. 
A continuación, las reglas inquebrantables para hablar de la lluvia en Inglaterra. Tengan en cuenta que esto no lo digo yo, me baso en documentación rigurosa que escucho en toilettes, salones, restaurantes y pubs. 
1- Si va a llover o no, no es una cuestión de posibilidades: es una ciencia cierta; acá se toman en cuenta las posibilidades del 100% y si el porcentaje es mas bajo, es mentira que va a llover (la bbc siempre se equivoca). 
2- Mientras en cualquier parte del mundo uno dice: "Uy, llueve". acá hay al menos 10 maneras de describir el tipo de lluvia que esta cayendo, dependiendo de la intensidad, volumen, copiosidad, tamaño de las gotas, cuan voluble es, y cuanto dura. "It's a light drizzle", "There will be some showers". "it's bucketing", "what a dounpour!", "it's been pissing down for two weeks!", solo para nombrar algunas. 
3- Si se ve que las nubes vienen cargadas, la atmósfera esta pesada y hay olor a lluvia, cualquier plan al aire libre que se pueda llegar a tener queda terminantemente cancelado hasta nuevo aviso de buen tiempo. A la lluvia se la respeta. 
4- La frase ineludible que acompaña a cualquier expresión de deseo sobre una actividad al aire libre es "Hope the weather holds", como un mantra para que el tiempo aguante y no se pudra. 
5- Si uno se encuentra de repente en el exterior de un edificio (como pasa tantas veces al día en Radley) y justo llueve, y uno anda sin paraguas, y alguien pasa corriendo hacia algún resguardo, la sola mención de "no, no traje paraguas" es equivalente a haber dicho "me gusta comer veneno para ratas". Esa persona no les va a volver a dirigir la palabra, nunca mas. 
6- Ante el menor indicio de lluvia (en forma verbal, figurada, pictórica o solo imaginaria), todos se enfundan en impermeables. No importa si todavía hace 30 grados y si de hecho la lluvia se siente tibia. 

Y seguiré aprendiendo las curiosas actitudes y reacciones que despierta la lluvia (una música de fondo para algunos) en esta isla extravagante. 

miércoles, 24 de julio de 2013

Qué hacer en un pub


 

El pub inglés es una tradición tan arraigada en la cultura que casi cualquier cosa se puede hacer en estos lugares. Un verdadero pub inglés tiene una barra de madera lustrada, antigua, con muchas bombas de cerveza, ales y sidra, una selección de snacks, una señora gorda y rubia que sirve, dos diarios, un viejo a lado de la barra, una máquina para apostar, alfombra de colores, mesas de madera, cuadros, una chimenea, techo bajo, olor a guardado, y pegote de cerveza en la barra.

Uno entra a un pub y forma fila en la barra, porque no hay mozos; eso es lo primero que hay que saber. Una vez que le llega a uno el turno, es siempre bueno probar un ale (que es cerveza marrón sin gas) y probar alguna marca nueva. Hay cerveza en porrón, pero la idea es tomar pintas. Se puede pedir una pinta o media pinta, pero es más barato pedir una entera. También la sidra es muy popular, viene de muchos sabores frutales y el otro día probé una que se llama Toffee Apple, que tiene gusto a caramelo.

Una vez que se decidió qué tomar, se lleva su vaso a la mesa, muy pocas veces sin haber volcado nada, y ahí se empieza la verdadera experiencia del pub. La gente hace de todo, juega juegos, lleva a sus perros, festeja cumpleaños, cena, almuerza; es decir, continua como si estuviera en su casa, porque eso es lo que significa pub, es la versión corta de “Public House”. Los pubs, antiguamente, eran como tabernas que servían comida y bebida a los caminantes, y además tenían cuartos en el piso de arriba  como una hostería. Aunque uno ahora pasa solo unas horas en el pub, la idea de sentirse como en casa  (al menos, en la casa de una señora vieja) sigue vigente.
En Radley College no se puede beber, así que vamos al pub que queda a casi 1 km de acá. Y ahí dejamos fluir nuestras preocupaciones, miedos (la guerra, las cucarachas, jaja) y nos relajamos. el problema: es el único que hay. A ver cuándo nos cansamos...

lunes, 22 de julio de 2013

¿De qué se habla por estos lados?


 

            Las conversaciones que escucho entre mis colegas y gente que cruzo en lugares aleatorios dista bastante de temas como la tele o los deportes. Debe ser porque hace 3 semanas que nadie mira la tele acá. Por otro lado, hay temas que sí o sí parecen tarde o temprano en cualquier sobremesa o pub:

1)   El clima. Si hay gente en el mundo que puede hablar con autoridad y creatividad sobre el clima son los ingleses. Y no se quedan con el típico “Uyy, qué frío, tal vez llueve.” No, acá una buena conversación sobre el clima incluye datos históricos. Por ejemplo, en estas épocas de calor no es raro escuchar “Hace 345 años que no tenemos un verano tan caluroso”, o “En 1762 fue la última vez que hubo sol ininterrumpida mente por 13 días en el mes de Abril”. Las charlas sobre el clima acá pueden ser fascinantes.

2)   La Familia Real: Así, en vivo y en directo, mientras escribo , una seora desde una mesa a la otra pregnta “¿Sabes si ya tuvo Kate?” Y después se trenzaron en una conversación sobre qué barbaridad, que no haya nacido aún (es una gran intriga porque no se sabe si va a ser varón o nena- se sabe pero no dicen), y si es mujer se va a tener un nombre largo que incluye Elizabeth, Alexandra y Margaret.

3)   Otros países: Estamos en un ambiente cosmopolita, mal que nos pese, porque por más que estemos en un área rural, debe haber gente de al menos 20 países en la escuela. Entonces, no es raro que empecemos con comentarios amistosos y tolerantes como “Ah, la vitalidad de los españoles es inspiradora” o “¡Ustedes los polacos están en todos lados!” y terminemos, después de largas jornadas con comentarios como “Estos ingleses tienen reglas para todo!”,  “Si me toca un chino en mi clase, me mato”, o “Se nota que sos irlandesa, porque no te callás nada.”

4)   Las clases: Aunque se impuso la regla de no hablar de trabajo mientras estamos en el pub, no podemos evitar aconsejarnos juegos, o actividades para las clases, criticar a otro profesor, preguntar si alguien tuvo a tal o cual alumno o pensar en todas las cosas que todavía no hicimos y tendríamos que estar haciendo pero en vez de eso decidimos ir al pub. Frases típicas: “Espero que mi aula esté abierta así preparo la clase después de la medianoche”, “Ya no sé qué más inventar”, “¡No se me ocurre nada!”

5)   Los Beatles: los cuatro fabulosos de Liverpool nunca dejan de dar qué hablar. ¿Y a qué profesor de inglés, de la nacionalidad que sea, no le gustan los Beatles? Ahora, parece ser que hay mucha gente convencida de que la conspiración sobre la muerte de Paul es verdad. Dicen que 1966, el verdadero Paul se murió y todos TODOS conspiraron para tapar esa muerte. De hecho, decía ayer un profesor, el verdadero Paul no era tan alto como “este tipo”. También dicen que las letras están plagadas de mensajes crípticos. No sé, los dejo decidir si será verdad o no.

 

Caminata por el centro de Inglaterra







Como a todos los que no frecuentan la vida saludable les debe pasar, en cuanto empiezan a comer de manera balanceada, regularmente, y a caminar mucho al aire libre se sienten mejor. En mí, al no estar acostumbrada a la vida sana, el impacto es notable.

            Por lo general, camino por el pasto a diario, subo y bajo escaleras múltiples veces, y mismo dentro del aula camino mucho, porque las aulas son grandes y hay mucho juego dinámico para que mis alumnos no se desmayen del calor ni se duerman agotados.

            Ayer domingo, después de una holgazana jornada de taller donde dejé a mis alumnos hacer lo que quieran con ese programa de tele que tenemos que terminar, se nos ocurrió con Gosha (la polaca) ir caminando hasta Oxford siguiendo el río Thames. Uno de los profesores (Peter) se nos enganchó, y menos mal, porque si no era por él, no sé si llegábamos. Una jornada diferente, por cierto, porque las plantas son distintas, atravesamos un campo de cebada, comimos cebada, porque Peter nos dijo que se podía, vimos plantas raras (para mí), gansos, patos e ingleses al aire libre, que todavía no pueden creer lo caluroso que está esto y que hayan pasado 3 semanas sin lluvia. Cenamos en un pub con jardín que servía la mejor comida que probé desde que llegué. Comí cordero con salsa de menta y cous cous, y tomamos cidra bien fría, bah, como en Navidad. Después de 2 horas de caminata, llegamos a Oxford, en donde, por supuesto, tomamos otra cerveza y luego, nos subimos al colectivo de vuelta.

            Lo mejor de Inglaterra en verano es que la tarde es eterna. Pueden ser las 8 de la noche, y el atardecer dura 2 horas más. La mejor hora del día, para sentarse en el pasto y no pensar en nada.

jueves, 18 de julio de 2013

Welcome to the Jungle

Hace más de una semana que el clima en Inglaterra es tropical. Hay humedad, se suda profusamente, no llevo un saquito por si acaso a ningún lado, y los mosquitos se hacen un festín con nuestros tobillos descubiertos. Pero eso no es nada, comparado con los cerramientos excepcionalmente efectivos de cada ventana, que no se abre más que un ángulo de 15 grados del marco y realmente no deja pasar NADA de aire a las aulas, habitaciones, pasillos. Los alumnos andan abombados por ahí, perdidos, sin poderle pegar a una frase como la gente en inglés. De hecho, nos sorprende mucho que todavía puedan hablar su propio idioma bien. Porque no es sólo que vienen a aprender inglés 3 horas a la mañana, hacer alguna excursión por la tarde y listo. No, los alumnos hacen el trabajo de todos. Además de las clases, los talleres y los deportes de la tarde, tienen actividades a la noche, en donde tienen que seguir usando la cabeza para ganar puntos y hacerlo en inglés, lo cual puede ser agotador. Yo a cierta hora ya no tengo las facultades lingüísticas como para seguir una conversación coherente, no me quiero imaginar estos adolescentes que ni siquiera sienten cariño por  el idioma o apego por el país.  
Como si todo esto fuera poco, hoy jueves, los alumnos iban de excursión a The Living Rainforest, en Newsbury (a 40 km de Radley) a ver un montón de plantas tropicales y algunos animales en invernaderos que recreaban el clima de la jungla tropical. Buenísimo. Yo fui elegida para ir de acompañante, lo cual me pareció muy bien hasta que entré al invernadero y casi me deshidrato delo que sudé. Ya era suficiente que hiciera 30 grados afuera, pero adentro de estas peceras, creo que la temperatura llegó a 40 con tranquilidad. Vimos monos, pirañas, cocodrilos, algunas tortugas y tarántulas. Estaban fascinados. De repente, una lluvia tropical nos cayó en la cabeza (artificial, por supuesto, para recrear la ilusión de la jungla). Y, después del horno, nos escupieron en el gift shop,
donde los muchachos compraron un sinfín de porquerías sobrevaluadas que supuestamente venían de las localidades tropicales del mundo.
Tuve que ducharme dos veces hoy, y creo que fue poco.  Nunca creí que iba a decir esto, pero, ¡Necesito un poco de clima Británico tradicional! ¿Para qué traje paraguas?
 

lunes, 15 de julio de 2013

Acostumbrarse y no tanto


Hay muchas cosas a las que me voy acostumbrando, ahora que ya pasé una semana entera en Radley. Por ejemplo, caminar el equivalente a dos cuadras para desayunar, comer bacon a la mañana, decirle “Good Morning” hasta al rollo de papel higiénico, sonreírle a todos los alumnos, planificar como una maniática y llevarlo a cabo con precisión (tanto que hasta en una charla de pub con mi compañera polaca nos encontramos siguiendo los tres pasos de presentation- repetition- practice para una conversación banal.), no limpiar nada, que el celular no tenga señal, que el almuerzo sea abundante, que el café no me saque el sueño porque es una porquería, que el césped parezca una alfombra,  que la manteca sea salada, que la cena sea a las 6 de la tarde y todavía entren rayos de sol por la ventana y el calor sea insoportable porque esta buena gente no cree en el aire acondicionado. Ni siquiera creen en abrir ventanas para que “haga corriente”. Todo esto ya no me llama más la atención.

Pero la intrincada arquitectura de la ciudad de Oxford todavía me toma por sorpresa cada vez que doy vuelta la esquina, y la arquitectura inglesa en general, con sus materiales de primera calidad y la roca sólida que pudo haber estado en el mismo lugar por 400 años tranquilamente todavía me sorprende. No solo estoy hablando de los colleges en Oxford, que son uno más majestuoso e imponente que el anterior, pero también me refiero a las simples construcciones, con detalles cuidados como caños para el desagüe y paradas de colectivo con todos los horarios en un cartel. Increíblemente, se respetan.

Ayer tuvimos la noche libre y hoy estamos libres hasta las 6, hora en que tenemos que arrear a los chicos a la cena (los Activity Leaders están de franco), y después llevarlos a la casa para una película. Hoy fueron de excursión a Hampton Court (uno de los palacios de Henry VIII) y la temperatura pasa los 30 grados, por lo cual esperamos que estén bastante cansados. Tanto ayer como hoy, pasé mi tiempo libre en Oxford. En total, me senté en 3 bares y en 2 parques. Y podría sentarme en cualquier lado, pero en la mayoría de los lugares está prohibido pisar el césped. Igualmente, ya me tendría que tomar el colectivo de vuelta, porque me espera una cena inglesa, con calorías al tope, bajo este sol y con 30 grados de sensación térmica.

  
 
 

viernes, 12 de julio de 2013

Gente y más gente

Me resulta extraño, es como vivir en otro mundo, donde todos los días les digo "Good morning" a personas que hace una semana ni conocía, y ahora llamo por sus nombres más de 20 veces por día. Y eso que ni siquiera estoy hablando de los alumnos. Hablo de mis jefes, compañeros, house parent, etc.
 
Acá andamos todos corriendo, preparando clases para que sean las mejores del mundo, impresionar a los jefes y no sé, que lo que pagan estos chicos valga la pena. Por ahora las clases van muy bien, hay rusos, franceses, españoles, italianos y kazajos. Hay muchas reglas que seguir y miles horarios que recordar.
Ayer comentaba con Laura por chat que todos acá se saludan conuna sonrisa y pareciera como si nadie tuviera pensamientos malos, o al menos, malintencionados. Todos están llenos de energía (por ejemplo, Gary, el super jefe de todo, que no para de saltar y correr por todos lados), y uno tiene que adecuarse, porque  no se puede hablar mal de nadie. Al menos no por ahora. Y habría tanto que decir. Tengo una compañera que estuvo en veranos anteriores y no para de contar lo que hace, lo que hizo y lo que hará con sus alumnos. No para de saludar alumnos y de decirles "¡Me acuerdo de vos del año pasado!", con ese tonito sobrador que tanto usamos los educadores cuando sabemos que el alumno claramente no puede contestar con su rudimentario inglés.
Después hay otro profesor que come en cada turno como si fuera la última vez de su vida. Y no es que viene de un país del tercer mundo. No, es inglés. Hay otro que todos los días dice que es alérgico a algo, entonces le consiguen las pavadas que pide. La verdad, en comparación, nosotros nos la bancamos mucho más.
Hay de todo, y es muy interesante. No puedo creer que esta gente fue seleccionada, y agrupada por azar en un lugar así, y en 3 semanas tal vez no las vea nunca más.
Ayer me fui a caminar un poco por el campo de golf. Dicen que es el más grande de Inglaterra. Yo no les creo. Pero tampoco había estado antes en un campo de golf.
En este lugar es difícil estar sola. Entonces irse a caminar al campo de golf es la mejor opción cuando uno se cansa de saludar sonriente a diestra y siniestra.

 

miércoles, 10 de julio de 2013

It's all Go Here

Radley es enorme, y no importa cuántas veces me digan que esto es par allá, o para acá, me pierdo. Sin importar a dónde vaya.

Dining Hall
Estos días fueron intensos, pero no usuales, porque todavía no empezamos las clases. Por ahora, el lunes tuvimos reuniones y tuve que recordar nombres, varios; también tuvimos que aprendernos el horario, los niveles, códigos de seguridad para acceder a mil cosas, plataforma virtual para entrar a las notas de los alumnos, y donde queda el baño.

El edificio donde están las aulas
Me sacaron una foto (bajon)  y los animadores (activity
 leaders) hicieron un poster para que los alumnos te vean la cara y sepan quién sos y de dónde, junto con otros datos de importancia, como nacionalidad, Pokemon favorito, superpoder que quisiera tener (ser invisible) , miedos (cucarachas) y qué galletita sería si pudiera ser galletita. Yo no estoy muy familiarizada con Pokemon, pero le dije a la joven animadora, totalmente ex teen, que me elija una color violeta, que para mí era lo mismo. Y ahí estoy, mi cara en un poster con un pokemon, y galletitas con chips de chocolate (quería decir Toddy pero acá no existen). Una de mis compañeras, que es polaca, puso en su miedo: guerra. Claro, pobre.
También tuvimos que mover sillas y mesas desde las aulas increíbles que tienen los pibes que vienen a esta escuela (que terminan aprendiendo más que alguien que hace un master en Buenos Aires), y poner los bancos en U, sacar posters que no tengan nada que ver con inglés, y los libros también.
Trabajamos mucho, pero nos dan tiempo para descansar, nos alimentan demasiado, y ayer y antes de ayer, nos pagaron una cena en el pub. Parece que fue lo último de esparcimiento que vamos a hacer todos juntos, porque ahora ya llegan los alumnos y empieza el show!




martes, 9 de julio de 2013

Oxford

Ah! La docta ciudad. Una ciudad que ahora que es verano, sólo está llena de pakistaníes que venden en supermercados. Pero estar acá en septiembre debe ser cuando menos, humillante. Todas esas personas brillantes, caminando apuradas a sus  
clases.
Oxford me recibí con distancias amistosas (tuve que caminar dos cuadras desde la estación hasta el hostel, pero apenas abrí la puerta ¿Qué vi? ¡Escaleras! Dejé la valija ahí y subí a recepción. conseguí que me la subieran y me sentí menos contrariada.
El hostel es maravilloso, tiene terraza con bar, y todas las comodidades que puede ofrecer el primer mundo a un precio accesible. Después del otro hostel, esto me parecía el Four Seasons.
Oxford es una cuidad antigua, llena de adoquines y edificios que parece que se van a venir abajo, y muchas cúpulas y picos góticos. Si a uno le preguntan: "Pero ¿dónde está la Universidad?" Se contesta: "Nowhere and everywhere." Porque los colleges están todos separados, y la universidad es la totalidad de ellos. Tal vez, el edificio más importante es la tesorería.
No quiero ni pensar en todas las personas famosas que estudiaron acá; escritores, científicos, etc. Sobre los pasos de quién habré estado caminando, no podría ni imaginar.
El sábado fue el día de Alicia en la País de las Maravillas (el autor era matemático en esta universidad), y las librerías estaban todas decoradas acordemente. Compré algunos souvenirs en el negocio de Alicia. Y terminé el día en el Carnival que se estaba sucediendo en la parte este de la ciudad. Obviamente, encontré, además de comida internacional, muchos ingleses bebiendo al aire libre.
Y de acá, a Radley. Se me terminaron los recitales inesperados, los bares a cualquier hora y el tiempo libre. Un gran atardecer me acompañó hasta el hostel y así pasé mi último día de vacaciones.

domingo, 7 de julio de 2013

Ingleses al aire libre

 
 
Si usted no sabe cómo son los ingleses al aire libre en cuanto hace un poco de calor, o hay una pizca de sol, sírvase mirar videos de los Beatles o de los Who hacienda pavadas en el pasto.
El calor excesivo e inusual que se está viviendo en UK empuja a los ingleses a comportarse como no van a volver a comportarse en los próximos 11 meses y medio del año.
En cuanto hace un poco de calor, se tiran en cuanto espacio verde se les cruce por el camino, se sacan los zapatos y despliegan un sinfín de elementos de camping, como si fuera tan fácil llevarlos de un lado a otro (lonas, sillas plegables, heladeras portátiles, mesas, sombreros de paja).
Es muy gracioso, porque una vez que se instalan, sacan botella tras botella de alcohol. Sí, bajo este sol tremendo. Toman hasta llegar a decibeles inesperados. O sea, descontrolan. Pero con lona abajo. No se tiran en el pasto sin nada. Causa gracia que sean tan organizados hasta para beber y perder todo registro de la realidad.
Y acá no se reservan el beber hasta la médula sólo para los jóvenes. No. Se pueden ver señoras en tacos alto, tambaleándose por el subte, como la que me charló un rato largo sobre Wimbledon. Ella quería que Del Potro ganara. Y yo ni enterada de que se estaba jugando ese campeonato.
 

Momento Histórico




 Hyde Park. El corazón de Londres.





Hyde Park es el corazón de Londres y no porque esté en el centro. Es porque cada evento que sucede en Hyde Park repercute en cada miembro de la comunidad, turista, maceta, subte, taxi, tren, colectivo, negocio y mascotas que estén pasando por Londres. Las arterias principales (digamos) son Hyde Park Corner, Queensway, Oxford Street, y a lo largo de estas calles todo Londres se mueve hacia Hyde Park; y desde Hyde Park fluye energía, música, arte, para toda la ciudad.

Este fin de semana tuve la suerte de ver varias bandas en el Summertime British Festival, que para algunos puede sonar como un oxímoron, pero en realidad, fue el inicio de un verano inusualmente caliente para Londres.

El viernes fui con Gabi a ver a Bush, Kaiser Chiefs y Bon Jovi, que era el evento principal. Lo mejor que tienen estos festivales ingleses al aire libre, es que la gente se evidentemente feliz de poder andar descalza o con poca ropa por la ciudad, tomar mucho alcohol bajo el rayo del sol y esparcirse en mantas por todo el parque (capacidad para más de 100.000 personas). También estos eventos terminan temprano, entonces uno puede volverse a su casa cómodamente antes de que cierre el subte.

El sábado fue como el día D en Londres, porque tocaban los Stones y, aparentemente, todo el país estaba conmocionado después de lo que tocaron en Glastonbury. Y dicen que era la despedida. Todo Londres respiraba Stones, desde las 11 de la mañana que salí del hostel, empecé a ver gente con la camiseta de los Stones de cualquier parte del mundo. Mi idea era quedarme en el borde de la valla, el sábado a la tarde, tomar algo ahí, sentada con la pantalla gigante a casi 300 metros y escuchar el recital. Pero el destino quiso que yo vea a los Stones en Londres.

Entré y empezó. Con Start me up, obvio, y pasaron por tantos hits, y con una pericia tan majestuosa (y satánica) que pocas veces experimenté en un recital. Jagger preguntó varias veces cuántos habían estado en ese mismo lugar cuando dieron aquél gran concierto del año 1969, y un tipo atrás mío contestó “Yo, y todavía respiro!”

Eso es lo que más sorprende. ¡Esto tipos son muy viejos! ¿Cómo hacen? Hoy hablando con Seba por Skype me dijo que deben hacerse un tratamiento como el del Sr. Burns.  Y debe ser así, porque no puede ser que esta gente que tiene 70 se muevan como se mueven (especialmente Sir Mick, por favor, qué vitalidad) y yo llegue con la lengua afuera después de cargar la valija por el subte. No puede ser.  Igualmente, Richards está muy parecido al mono que siempre emuló en su típico saludo.

No voy a contar sobre el recital; qué más voy a decir que no se haya dicho sobre los Stones, pero qué gran momento. Por suerte, omitieron esa parte blusera que solían hacer en sus recitales. Jagger cambió de camisa como 5 veces, y siempre con brillos. Saltó más que Bon Jovi, gritó, nos hizo cantar y aplaudir, Los Stones son Hyde Park, y verlos ahí, fue un momento histórico para muchos. Así me despedí de Londres, al menos por este mes.

viernes, 5 de julio de 2013

Noches mágicas


Londres ofrece magia a sus visitantes, especialmente de noche. ¿Por qué? Porque hay sol hasta las 21 30, primero, así que la noche propiamente dicha empieza a las 10.

Tower Hill es una zona atrás de la Torre de Londres y con vista a Tower Bridge, que tiene varios pubs tradicionales. Ahí fuimos anoche con algunos amigos de acá. Aprovechamos el “sol” de “verano” que había a las 8, para tomar algo en la vereda del pub (flores fucsias en canteros, colgando de las ventanas del pub, donde seguramente los verdugos de la Torre tomaban un ale después de cortarle la cabeza a alguien).

El río está ahí nomás, y los cruzamos para llegar a la zona de Monument (a casi 3 cuadras), y fuimos a comer a un lugar que según una encuesta hace las mejores hamburguesas de cerdo de Londres (Bodiam). Debe ser verdad. Ahí fue cuando mi estómago me dio la orden de descansar, y después de caminar por la costa del río, mirando yates y las luces de Tower Bridge, me tomé el subte y rodé hasta el hostel.

No fue una salida larga, pero las imágenes de luces sobre el río no se borra más. Junto con el atardecer sobre la torre, el olor a kétchup que sale de los pubs, el pavimento limpio, los semáforos, la cerveza un poco tibia, el acento, el aire un poco frío aunque es verano y las nubes bajas, me hicieron caer en que estoy en Londres otra vez.

Pasajero Incómodo

Y sí, pasó el tiempo (11 meses) y y se hacen sentir porque no pude conciliar el sueno; tanto como hubiera querido, en ninguna posición en el avión. Y eso que gracias a mis dimensiones reducidas yo tendría que dormir muy bien en la aeronave. Evidentemente, es la edad.
La falta de coordinación  me acompañó durante todo el viaje y la llegada.
Al viajar por TAM, uno se siente inmediatamente un amargado porque las azafatas son tan sonrientes y bien predispuestas que contrastan claramente con la idiosincrasia porteña, o la mía.
El vuelo salió a horario, me sentí apretujada en todo momento, y la oferta de películas era infartante. Intenté mirar la última de Wes Anderson pero me quedé semi dormida, y después sólo quise dormir, mal.
Otro chirimbolo interesante que regala TAM a sus pasajeros en vuelos internacionales es una opción en la pantallita que es una cámara que se encuentra abajo del avión. Entonces, en vez de desnucarse para mirar por la ventanilla, uno puede mirar el paisaje sin sentir culpa de tener un asiento (o poltrona).
Así miré el mejor aterrizaje en Londres que tuve hasta ahora. Miré todo el majestuosos serpenteo del Thames, divisé edificios icónicos, parques, lagos, hasta que los autos se veían claro, y tocamos la tierra. Es impresionante, porque se mueve tanto la cámara que parece que el avión se cae, pero no; es sólo una ilusión. Y después uno mira la pista de aterrizaje bien de cerca, cosa que no le permiten a uno si tiene que tomar un avión, a menos que trabaje en el aeropuerto.
Tomar el tuve fue extenuante; tenía crédito en la Oyster (la SUBE de Londres) pero tuve que agregar, así que busqué monedas en mi bolso; y arrastré la valija por el subte, con un calor poco común.
Mis enemigas mortales se presentaron en varias oportunidades y formatos: las escaleras.  Llegué a la estación Bayswater, a una cuadra del hostel, y casi me desmayo con la cantidad de escaleras que tuve que subir. El hostel es feo. Hagan lo que hagan, no se queden en el Hyde Park Smart View, o algo así. Pero, la locación es fantástica, Notting Hill. Tengo miles de negocios cerca y es un barrio lleno de flores. Cuando me dieron la llave de la habitación me dijeron que era en el 3er piso, ¡por escalera! Por suerte me ayudó una chica de un país de Europa del este.
Hoy, más descansada y bañada (lo cual es bastante), me dedico a organizarme. Rápido. Porque a las 2 me encuentro con Gabi y vamos a ver Bon Jovi!! Ya no soy un pasajero incómodo.

Esto era...


Sí, esto era Guarulhos, ese aeropuerto. Porque he visitado aeropuertos en Brasil; miles de ellos. Bueno, tal vez no miles pero 3 ó 4. El de Curitiba (puaj), el de Florianópolis (que mucho no recuerdo), el de Natal (con su Free Shop convenientemente cerrado, pero con camas para descansar- bien), el de Fortaleza (húmedo, pegajoso, siempre interponiéndose entre uno y España) y claro, ese que me faltaba, que yo recordaba de mi viaje del 2007 (el casi definitivo); y cuando salí de migraciones, mis más recónditos temores se confirmaron, sí, estoy en Guarulhos, el aeropuerto que se parece a un baño.

Sala tras sala de aromáticos bares de café, unos tras otro puesto de pao de queijo, un coqueto y resumido Free Shop, todos ellos rodeados de un sinfín de azulejos apretujados y verdosos, todo en concierto para regalarnos una hermosa impresión general de que estamos en un baño. Un inmenso sanitario.

Con desesperación noto que no tengo lápiz ni lapicera en el bolso de mano. Lo más irónico de todo es que tengo una cartuchera completa, con lapiceras de colores, lápices, tijeras y abrochadora en la valija; pero conmigo, ahora, ya, nada. Ni una tiza. Están todos volando a Heathrow, o en una bodega, esperando, muertos de risa. El coqueto y resumido Free Shop me obliga a comprar una lapicera de segundísima calidad, sin lugar a dudas, con la leyenda “Yo amo a Sao Paulo”. Antes muerta.

Por eso estoy marcando hojas importantes del libro que estoy leyendo con la esperanza de recordar por qué la habré marcado, o cuál de las frases habría suscitado alguna reflexión que no puedo dejar por escrito, y tengo que recurrir a mi enroscada memoria. La misma memoria que no podía recordar que éste era el aeropuerto que se parecía a un baño.