miércoles, 28 de enero de 2015

Trenes y Afines

Londres da penurias, como que haga más frío que en la heladera, así que está bien dejar la leche en la ventana, porque total...
Por otro lado, da grandes placeres como viajar en tren, o en similares transportes tubulares sobre rieles. Viajar en subte es una gran experiencia, primeramente por el encanto que encierran los anuncios de las líneas. Mi voz preferida es la de la Piccadilly Line. Me encanta que me hagan acordar del agujero- que en Bank es un peligro de muerte- y que anuncien las conexiones con suspenso. Son tan eficientes que te avisan qué conexiones podés hacer si te pasaste, o si está cerrada una estación. Además de los comentarios grabados, están las personas de carne y hueso que anuncian desde la plataforma cuándo el tren se va. "This train is ready to depart". Pocas veces uno reflexiona en lo que significa estar en un tren que está listo para partir. A donde sea que se esté yendo este tren, me estoy yendo yo. No hay vuelta atrás. Este viaje está inexorablemente iniciado. Y quién sabe qué hay al otro lado de la línea. O al final. 
Algunos de los anunciadores usan voces graciosas o trágicas. 
Un gran tren de Londres es el DLR (Docklands Light Railway) que es el transporte de las mega construcciones del este que respaldaron los Árabes. (centros financieros como Canary Wharf, West India Quay y South Quay). Es subterráneo en las primeras estaciones, pero después va por rieles que pasan entre edificios de vidrio y aeropuertos. 
En el DLH los anuncios son diferentes, porque es un tren, no un subte. Anuncian cuál es la última estación, por si te equivocaste de destino, y cuando llegás a la última, dicen mi frase favorita de todos los trenes: All change, please, all change. Una vez que escucho esa frase, sé que me puedo levantar de mi asiento y comprobar que el viaje está terminado. A ver qué sorpresa me depara este destino. 

sábado, 24 de enero de 2015

Cosas de todos los días

Una rutina inesperada desde el Enero más productivo que tuve en mi vida. 
Para mí enero era una seguidilla de libros bajo el sol, siestas con el gato y largas noches de insomnio porque dormía todo el día. 
Pero, ahora, en cambio, en el país donde todo está dado vuelta, yo trabajo de manera impecable en enero y ya ni me acuerdo qué era una siesta. 
Me convertí en la asistente de mi jefa, en Lewisham- cerca de Greenwich- y tomo el DLR todos los días. Ya sé qué asientos tienen el calefactor abajo, y me puedo olvidar el mapa porque el subte es mi segundo hogar. 
Miro al amanecer desde Canary Wharf- red sky in the morning, shepherd's warning- y me bajo donde termina el recorrido. Una vez más convenzo profesores para que tomen tal o cual clase, convenzo a alumnos de que se queden en tal o cual nivel, distribuyo recién llegados en aulas para exámenes y corro escaleras arriba y abajo, varias veces al día. También tomamos el té en la oficina a eso de las 3 de la tarde y nos reímos de los alumnos. Ya tenemos sobrenombres para unos cuantos. 
Cada vez que un profesor se va de la oficina, mi jefa dice, "Es bueno Fulano, ¿no?" Y sí. Todos parecen buenos en el trabajo porque nadie trae consigo sus problemas personales o sus vidas privadas. Y viceversa. Nadie se lleva trabajo a su casa. Si te quedás trabajando después de hora, es porque sos un gil. El trabajo que te dan es perfectamente realizable en las 8 horas que pasás ahi. 
Hay escarcha en los colectivos y en los autos. Ayer pensamos que nevaba, pero no; era solo lluvia gorda. Eso sí, nieva en toda Inglaterra menos en Londres. Decepcionante. 
Hoy es Burns' Night, y se celebra a Robert Burns, poeta escocés, con grandes demostraciones de porqué los Escoceses son mejores que el resto del mundo. Aparentemente, todo fue inventado en Escocia. http://www.scotland.org/whats-on/burns-night/


jueves, 1 de enero de 2015

New Year, New Start

Eso es el equivalente a la frase que la gente repite hasta el cansancio para convencerse de que si uno cambia de calendario, el curso de la vida va a dar un inesperado vuelco hacia lo insólito. 
A mí me parece que los mejores principios son en Julio, pero aparentemente, el resto del mundo está de acuerdo en festejar el principio y el fin de las cosas entre el 31 de diciembre y el primero de enero. Bueno, menos los chinos. (Ahora que me acuerdo, le deseé feliz 2015 a una compañera china de la facultad y no me contestó...)
El 31, al igual que el 24, fue un día normalmente laborable, así que estuve en la biblioteca como si lloviera - que no llueve. 
A la noche, con los residentes de Nutford, contamos 8 botellas de prosecco y decidimos que estábamos bien para el festejo. Uno de los alemanes fue a comprar cerveza por las dudas. La cena fue como muchas otras cenas: a las 6, sin apuro, sin ganas de levantarnos - ¿Y para qué? Nadie se tenía que volver a su cuarto a estudiar. 
A las 9 30 inauguramos el brindis. Escuchamos Manu Chao (porque en Europa lo aman, erróneamente) y a las 11 nos fuimos caminando hasta Primrose Hill, que es una loma atrás de Regent´s Park. Desde ahí, además de sentir el viento, y de patinarse en el barro, uno puede ver todo Londres desde arriba. Yo tenía dos botellas en la mochila, y otros más audaces, llevaron booze en la mano.  Parecía un recital, estaba lleno de gente con mantas, sillas, termos, disfrazados, como suelen hacer los ingleses al aire libre. Servimos, brindamos, y empezó el 2015 en Londres, con fuegos artificiales desde Southbank hasta Mile End. A las 12 17 ya se habían terminado. Así que nos patinamos hasta St. John's Wood, fuimos a un pub, y seguimos brindando. 
Yo esperaba ver más gente rompiéndose, pero se ve que hay muchos que salen el primero a la noche y no se desesperan por la víspera. Los subtes fueron gratis toda la noche, así que volvimos sanos y salvos. 
A la media noche, la gente cantaba Auld Lang Syne, que es un canción escocesa, que habla de los buenos momentos que uno pasa y pasó. El título es algo como "Por los viejos tiempos". Les dejo la versión de Rod Stewart.