jueves, 12 de diciembre de 2013

¡Exclusivo! Entrevista

"El Viajar..." entrevista en exclusiva a K C, viajante y turista, que ocasionalmente, mientras que no interfiera con sus itinerarios, trabaja con el idioma extranjero y la literatura.

El Viajar: ¿Cómo encontró el trayecto a su último destino?

KC: Ventoso, demorado. Especialmente demorado, porque – amen de que el avión salió tarde-, yo tenía este viaje a Esquel asignado hace años  , pero tuve que declinarlo.

El Viajar: ¿Qué le pareció la identidad de los Esquelenses?

KC: Altamente contradictoria. Existe una distorsión del yo dentro de ese poblado que los hace decir que son cerrados y distantes mientras te sirven un asado en sus casas. Debe ser la intermitencia de la señal de celulares.

El Viajar: ¿Qué tal el clima?

KC: Tengo la - ¿maldita?- suerte de que a donde sea que llegue, los lugareños me juren con los ojos desorbitados que el clima que sea que se esté viviendo en ese momento es completamente atípico. No puedo generalizar, pero tuve muy buen tiempo en Esquel, con altas temperaturas pero noches muy frías.

El Viajar: Ya estamos todos enterados de sus deseos de volver a Esquel. Pero ¿en qué contexto consideraría volver a El Bolsón?

KC: ¿Y a usted quién le dijo que yo consideraría semejante cosa?

El Viajar: Bueno, tal vez esté mal formulada la pregunta, pero, no sé, nos pareció.

KC: El problema que tiene El Bolsón es que se llena de mochileros. El problema que tengo yo es que me gusta quedarme en hostels. Aborrecería con suma desesperación tener que compartir un lugar de descanso con grupos de mochileros poco adeptos a la higiene y camalando sus guitarras, entonando sones y serenatas, desparramando su buena energía, llena de onda positiva donde quiera que vayan. Por otro lado, veo que hay un centenar de destinos idílicos en cada centímetro del mapa de esa zona, y sería una estupidez no volver. Habría que encontrar una alternativa de hospedaje informal. Y evitar enero.

El Viajar: ¿Qué le recomendaría a alguien que está por irse a Esquel o a El Bolsón?


KC: Que vaya en auto, que lleve menos cosas que yo y que no confíe en el pronóstico del tiempo. 

domingo, 8 de diciembre de 2013

Qué buscar- El Bolsón y Lago Puelo

Esquel es místico. ¿Es místico? ¿O es que justamente yo me topé con gente ansiosa de encontrar conexiones donde no existen? Si seguí en una postura escéptica, lo mejor que pude hacer fue irme al Bolsón. Clara y su marido me llevaron en una travesía donde se compactó lo mejor de El Bolsón y Lago Puelo. Antes de eso, a la mañana, vagué por Esquel hasta llegar a la estación de la Trochita, que ya había salía y donde no quedaba ni el museo abierto. Igualmente, la caminata me hizo bien, el paisaje me humilló un poco, y la cuesta arriba me ayudó a ejercitar.
La ruta a El Bolsón es de estepa, que está siendo forestada por Benetton en su millón de hectáreas, que comprenden ríos, montañas y quién sabe cuántas otras cosas. Me aseguraron, en ese tono misterioso que adoptan los lugareños cuando el momento de la revelación se acerca y creen que el turista no está ni física ni mentalmente preparado para tolerarlo, que la energía en El Bolsón es completamente diferente. Que la atmósfera está menos densa, y que Esquel es frío, arisco y encerrado.  Estacionamos en la feria. Un sábado de feria en la capital nacional del hippiesmo.  Es un lugar ideal para ver a los hippies en su hábitat natural, pululando libremente, haciendo sus artesanías mientras sus pies presentan una acumulación de roña milenaria; tan milenaria como las leyendas que surgen de sus costumbres y alergia al trabajo rentable. Diversas leyendas rodean la mística de El Bolsón, pero la verdad es que son gente con plata y con pocas ganas de dejar que el sistema les gane. Muchas contradictorias explicaciones sobre el origen del nombre me fueron brindadas, y la que más me cerró fue la de clara. Los Bolsonenses, o como sea que fuera el gentilicio, son hobbits. Si no, piénselo: Baggins + pies sucios = El Bolsón.
 Los elementos que abundan son los sahumerios, las semillas empleadas de manera ornamental, las esencias, las buenas energías y el repugnante fieltro. Gastronómicamente, El Bolsón ofrece grandes manjares, como el helado de Jauja, con gustos intrépidos e intrigantes (Profundo y Contradictorio, Crema Desoriente) y la cerveza artesanal ahumada, con miel, con frutos rojos y ají. Así que hambre no pasé. Pero otras necesidades de búsqueda- estas montañas, esta naturaleza tan imponente y envigorizante me lo demanda- se me entrometieron al paso y visité a una vidente. No voy a contar de qué hablé o si le creí alguna de todas las cosas que me dijo. De lo único que estoy segura es que al menos el lugar me cambió- minúsculamente- porque yo me resisto a creer en esas cosas, y la energía me es indiferente. Ya no creo en las casualidades ni en los signos que deja la vida por ahí para que uno ande decodificando. Me parece un trabajo inútil. Pero esta mujer quiso destrabar algo en mí. Le deseo muy buena suerte.
Paisajes imponentes con una atmósfera libre de pesadez, sí, vi mucho de eso en El Bolsón, y pensaba que era lo más hermoso y revitalizante que había sentido en un largo tiempo- hasta que llegamos a Lago Puelo.  Es un pueblo en Río Negro – en la famosa comarca [The Shire!] (yo no la conocía pero parece que es célebre) del Paralelo 42 (que podría ser el nombre de un boliche tranquilamente)- que consta de chacras, un lago, varios ríos, unas altas cumbres para trepar y muchos locales de bombones, artesanías y sahumerios. Me llevaron a una playita en el Lago Puelo, pero Omar – el esposo de Clara- me presentó un reto mayor. “¿Querés hacer una caminata? Empinada hasta aquella roca”. Miré hasta donde se erguía dicha roca y dije que sí. Arriba. Después de 45 minutos de respiración agitada, polvo hasta las rodillas, bichos, ramas, arrayanes, pedregullos, respiración cada vez más irregular, palabras fragmentadas, resbalones, sol en poniente, calor, maldecir mi sí fácil, respiración casi imposible, agitación, latidos por todo el cuerpo… la vista!
Pinos, cipreses, pehuenes, bah, un sinfín de rejunte forestal, montañas como jorobas en la columna vertebral de un país que se las ve negras con la espalda del vecino, cumbres con nieve, el lago como un espejo, el sol alargado sobre el agua y la inmensidad inefable de los dobleces de la tierra. Valió la pena el esfuerzo.

La bajada fue considerablemente más simple que la subida, principalmente gracias a la fuerza de gravedad, que tanto bien hace por nosotros. La jornada terminó en la pizzería- camping de la cervecería artesanal, donde la pizza nos dio la mejor recompensa a nuestros esfuerzos. Faltan miles de momentos que no narro por miedo a aburrir, pero hizo ignición este paisaje en mí y sé que voy a volver- tantas veces juré volver a lugar más que improbables y lo logré. Algo se destrabó; que sea el inicio a grandes amistades, travesías y revelaciones. 

viernes, 6 de diciembre de 2013

Resistirse a Esquel


El reto más grande de venir al sur son sus lugareños y su afán de demostrar en cada curva, en cada paisaje, en cada muestra de lo ordinario que es vivir en la pampa,-  donde no hay montañas, ni lagos de deshielo, ni alerces, ni aldeas copiadas de Europa- que este es el lugar indicado para venirse a vivir, y "vivir mejor". ¡Justo a mí! Que me mencionan la palabra viaje y ya estoy renovando el pasaporte. Uno puede, en su prepotencia porteña , desdeñarlos de un manotazo: "¡Por favor! PFFFF, ¿A mí me hablan? ¿Yo? ¿El interior?" Pero Esquel es un reto para el que no estaba preparada. 
Ante todo, aunque conservan nombres mapuches y demás excentricidades, esto fue fundado por Galeses, Vascos Franceses, y demás etnias separatistas que se creen muy unique para ser metidos en la misma bolsa que el resto de Europa. Por eso acá hay prosperidad, prolijidad, madera bien lustrada y té más que decente. Demasiado decente para mí gusto. 
La gente es distante, y no desborda alegría. Eso me gusta. El clima es frío hasta en verano, pero nunca apagan la calefacción- de hecho este radiador que tengo al lado está prendido. Miro el calendario: es diciembre. Eso me gusta. 
Otra cosa que me cautivó de Esquel es que la profesora que me recibió- a quien llamaremos Clara, porque justamente ese es su nombre- me aseguró, fervientemente pero sin tanto entusiasmo, que soy la respuesta a todos sus ruegos. Me intriga saber a quién le ruega. En seguida hablamos de Londres, de viajes, de puntos geográficos a alcanzar, de maneras de recaudar fondos para que sus alumnos viajen, de gente del exterior que uno conoce por casualidad y terminan en la casa de uno, y de la vida entera. La vida entera en su plano astral, espiritual, etc. 
Uno cree que jamás va a poder negociar las altas cumbres y salirse de este campo magnético de naturaleza imponente. Es atrapante y atemorizante. A veces, da miedo mirar las montañas de frente, a ver si las gasto. No puedo incorporar tanto doblez de placas milenario, con sus cicatrices de arrebato y sus dioses totémicos durmientes. A esto hay que tenerle más respeto: voy a cerrar las cortinas. 
Y como si eso fuera poco, me invitan a tomar el té a una casa de té Galesa, en Trevelin, a unos km de Esquel. Los Galeses son como los uruguayos de los Ingleses, así que hacen todo parecido pero con pequeñas diferencias. Los scones son más parecidos al pan, no usan clotted cream, las tortas son compactas y oscuras,  y el pan con manteca ya viene hecho, lo cual ahorra una cantidad incalculable de tiempo. Entonces, tomé un auténtico té galés, de la manera que jamás se tomaría hoy en Wales porque allá probablemente ya no se acuerdan de cómo se hace. Pero acá las tradiciones perduran. 
Mañana vamos a ir al Bolsón, capital mundial de la artesanía hippie y de la falta de higiene personal. No sé si dejar de bañarme e ir sucia, para no desentonar, o vacunarme contra el hippiesmo, que me preocupa bastante. El Bosque de los Alerces está cerrado por culpa de los colilargos del hanta. Sólo llegué hasta el lago. Quise reservar para viajar en la Trochita, pero ya estaba todo tomado. Clara me dice que es para que vuelva. Que nunca voy a dejar de volver. ¿Tendrá razón?










sábado, 30 de noviembre de 2013

Donde el Diablo Perdió el Poncho

Decididamente, es Salliqueló el lugar escogido por el mismísimo Satanás para perder su poncho. ¿Por qué? Bueno, ante todo, el nombre Salliqueló es una voz indígena que quiere decir: "colina de los zorrinos". Un panorama, cuando menos, inquietante. 
Esta localidad también está situada imposiblemente lejos; y cuando uno cree que ya está por llegar, queda todavía un trecho larguísimo por recorrer- infinitamente largo y en el medio de la mera nada, con lontananzas extendiéndose en todas direcciones. 
Es un pueblo prolijo y ordenado- salvo por los cascarudos que invaden propiedad privada. Tuve una lucha sin cuartel en la habitación, y la cual terminé coronada de gloria al asestarle un zapatazo a mi contrincante. 
Lo que más me gusta de tomar examen en una escuela del interior es la cantidad de cosas que aprendo mirando las láminas de las aulas. Por lo general, siempre me viene bien recordar dónde quedaba el litoral, o la llanura chaquena, o qué indios eran nómades y por qué provincias deambulaban. Pero en este viaje recibí instrucción sobre la dispersión y alcance de las semillas y el uso de ciertas materias primas. 
Pero una vez que terminaron los exámenes, me tuve que procurar diversión por mis propios medios hasta que saliera el micro, y eso fue el reto más duro. Primeramente, porque no hay un café decente para sentarse y leer; y además las miradas inquietas de los locales no dejan a una en paz. Ahí está la forajida! 
Tomé el café más vil que se le puede servir a uno, y un helado bastante decente. Pero tendría que ir avisándole al amo de las tinieblas que su poncho no aparece. 

Junín Austero

Austero, incómodo y hasta desdeñoso con el pasajero que necesita dormir. Astero- yo usaría ese vocablo, aunque sea erróneo- porque para mí no lo es. La hospitalidad de Junín puede converger en las palabras austero y Astor, y darnos como resultado el neologismo astero. ¿Por qué? Porque el hotel Astor fue el escenario donde la austeridad y la reticencia a hacer mi estadía más placentera fueron evidenciadas. Primero y principal, cómo se atreve una localidad del interior a tener vida social nocturna - e intensa- un viernes a la noche? Griterío, gentío, luces, bicicletas y motos; todos se dieron cita para perturbar el buen dormir del examinador itinerante. Y el hotel Astor, en un gesto magnánimo, abrió sus puertas a varios de los festejantes, que siguieron la juerga dentro de las instalaciones. Sin mencionar el gesto horrendo del machimbre en las paredes de la habitación, o la tele minúscula que requiere de un telescopio para precisar qué canal se está viendo. 
Ya en el viaje, el arrebato de austeridad se hizo evidente. Un singular interrogante me cruzó la mente: ¿Qué les pasó a esas bandejas, endebles, de bajísima calidad e incapaces de sostenerse derechas por sí mismas? ¿qué fue de esos recipientes precarios donde convivían con, tal vez, algo de fricción y consecuente mezcolanza unas galletas húmedas, un alfajor aplastado y reducido a migas, y un sándwich con jamón de un tinte amarronado y ergo dudosísimo? ¿Por qué ya no dan más a los pasajeros esas bandejas en los micros de larga distancia? Lo único que se me ocurre es que sea por preservar y aumentar la próspera comercialización de víveres de dudosa procedencia que se venden al llegar a Liniers.
De todos modos, sobreviví la noche, y sus ruidosos entuertos; creo que la variedad de ruidos superó ampliamente mis expectativas. Por suerte, la profesora de Junín fue una persona amable y servicial en todo momento, y en temas académicos todo fluyó de manera armoniosa. Pero el calor… la mayoría de nosotros estamos familiarizados con la temperatura que puede levantar el patio de un colegio (católico) al rayo del sol. Todo exudaba calor: las baldosas, las sillas, la pared, el retrato gigante del cura fundador del colegio, que nos miraba, empuñando una biblia, intimidante dentro de la rectoría. Hicimos todo muy bien- yo creo- bajo esa mirada y dentro de los límites de horario estipulados.
Junín tiene una laguna, de la oí hablar muy bien, una plaza tímida, algunos negocios de mediana talla y muchas farmacias- que me llamó mucho la atención.

            El micro de vuelta, una vez más, tardó millones de décadas en llegar a Retiro, en un transitar lento y sinuoso, donde dejamos atrás, y cada vez más atrás, una austeridad- astoridad-  impensable.

viernes, 30 de agosto de 2013

París para Llevar

Pensé que el miércoles no iba a ver nada de París porque tomaba el vuelo ese día, entonces me había pasado el martes despidiéndome de la Torre, del Sena, de Rodin y su pensador- algo que hice mucho durante mi estadía en París...- Montmartre de noche, y su artista de 70 años que me invitó un champagne a cambio de contarme historias de los 50s en Montmartre, en un café donde yo leía la biografía de Hemingway. Pero no. Quedaba más para ver. 
Cuando pensé que todo había terminado, me dí cuenta- lenta de pensamiento, lo sé- de que mi último día en París se podía llenar con algo más que el vuelo. 
Volví a Montmartre, y busqué el espacio Dalí, de arte. ¡Qué alegría surreal! Pasé una hora y media adorable mirando esculturas y pinturas sacadas de los sueños más futuristas y descabellados del artista de los bigotes más versátiles de la historia. realmente hizo del vello facial una masa flexible para comunicar ideas y manifiestos. inmortalizó la versión distorsionada del inconsciente. incomprendido por el movimiento que fundó y vendido a las grandes marcas, los sobrevivió a todos. 
Una vez más, Montmartre, su monte soleado y sus cafés, me llenaron de buena vibra. 
Ahora sí, con mucha pena, au revoir, París...

martes, 27 de agosto de 2013

Notredame y el Boulevard Saint Michel

Un día entero puede entretenerlo en el área de Notredame y el boulevard Saint Michel; principalmente porque quedan cerca el uno del otro, pero también porque para pasar por la isla de la Catedral y entrar al Latin Quarter hay que dar tantas vueltas y acertarle al puente indicado, que bien puede pasarse una hora buscando el camino correcto. 
Si es su propósito visitar la renombrada catedral, que gracias a Victor Hugo ganó aún más fans después de la impopularidad en que cayó a partir del siglo XVII, no se desanime si ve la cola de dos cuadras para entrar. Esa cola es para ver las torres. Usted no necesita saber tanto. Por ahora le alcanza con entrar desde adelante, hacer la visita gratuita, y comprar un audioguía a 5 Euros. Es el mejor plan. Las audioguías me desconciertan porque cuando ya es tarde, descubro con gran desagrado que estaba mirando a la derecha en vez de a la izquierda, y me cuesta mucho encontrar enseguida lo que me describen, especialmente por la rapidez en la que pasan de un monumento a un tapiz o a un vitraeux, etc. 
Esta catedral en particular se jacta de tener la corona de espinas. Obviamente, está en una caja, para que nadie pueda verificar si es que está ahí o no. También hay muchos relicarios con huesos de mártires. 
Después de la catedral se puede ir uno a caminar por el Boulevard Saint Michel, si lo encuentra, y pedir un café mientras la gente le pasa por adelante. Es como ser invisible. El comportamiento en un café, por lo general, es tratar de saludar en francés porque los mozos tienen muy mal carácter, y odian que les hablen en inglés. Si uno solo pide un café, se enojan; como diciendo "¿Me hiciste venir hasta acá para un café?", y si aparecen más clientes, lo cambian a uno a una mesa más chica, aunque haya mil mesas vacías. Yendo al toilette en uno llamado Les Departs, o algo así, me dí cuenta de algo: los cafés, con sus hermosas mesas en la vereda, sus toldos y su aire bohemio son horrendos por dentro: todo dorado y mármol, una pesadilla. 
El Boulevard Saint Michel es muy útil; primeramente porque tiene bancos, entonces usted puede ir a comprobar qeu su tarjeta de débito inglesa no sirve en Francia, también tiene negocios como H&M y Zara, que hacen alucinar al caminante con sus precios, y muchas librerías. Una gran caminata. 

lunes, 26 de agosto de 2013

Buscando...

Julio, Julio, Julio, Julio, Julio, es lo único que pienso en este Agosto mojado, un poco frío, un poco adoquinado; tan desolada esta París en una cuadra, y cuando se dobla la esquina tan ordenadamente poblada por gente prolija que seguramente se pasó horas acomodándose el pelo ante el espejo, acomodándose el gabán para salir al frío, y pensando qué llevar en el bolso antes de salir a escuchar jazz, comer en un brasserie, tomar un café en el Boulevard Saint Germain o simplemente llevar un vino a la vera de la Seinne y quedarse mirando las estrellas, hasta que se prendan las luces del Pont Alexandre III. A la Maga sé que no la voy a encontrar en el Pont des Arts pero a Julio? 
Recorriendo Montmartre, preguntándome en qué café se habrá sentado, en qué boulangerie compró medialunas, yendo al museo y viendo que no está entre los artistas que dieron vida a Montmartre. En Montparnasse lo tienen escondido pero no me animo a ir a ver la tumba. Puede ser que cuando vea el mármol de la lápida, con el cronopio arrastrándose, me pierda y ya no pueda volver. 
Así que por ahora me mantengo lejos de Montparnasse. Me voy a conformar con escuchar la lluvia sobre los adoquines de Montmartre, viendo los toldos rojos y blancos, yendo a escuchar jazz a Rive Gauche, mirando con adoración a los Tabacs y  preguntándole a los puentes si vieron a Julio, en Agosto. 

domingo, 25 de agosto de 2013

Cofias y Pelucas

Dedicado a Laura, Paz y Eli

Nunca subestimen el poder de las cofias y las pelucas. Ayer estuve en el Hotel des Invalides y me asaltó una reflexión que podría cambiar la manera de entender la historia universal. Ante todo, un poco de datos para ilustrar los principios de mis reflexiones. 
Muestra interactiva de Charles de Gaulle
Tumba de Napoleon
Por todas las ciudades en que estuve, esquinas, aviones, puestos de tarjetas postales y plazas públicas, vi monjas de todos los colores y tamaños. Es sabido que el fanatismo que despierta Jesús es comparable al de algunas estrellas de rock; no me hagan citar a John Lennon, todos saben lo que dijo y tenía razón. El fanatismo que levanta Jesús es comparable a la Beatlemeanía. Después de los Beatles, los fans comenzaron a adquirir vestimenta característica para que los demás noten, a simple vista, qué tipo de música preferían, o con qué banda simpatizaban. Pero, en algunos casos, esto es dudoso, ya que uno ve a un sujeto con pins en la solapa del saco y raya al costado y sabe que es un moderno, fan de Franz Ferdinand tal vez, pero uno no tiene la certeza. Y si vemos a un sujeto con cuero, sin limpieza, borcegos, y una cresta, podríamos decir que es punk. Pero y si le gustan los Redondos? Podríamos estar en un problema. Entonces, el fan se identifica y lo comunica usando un código un poco vago. 
En cambio, las monjas, groupies por excelencia, porque si Jesús está en todos lados, ellas también, y lo siguen, lo siguen y lo siguen. Y usan cofia. Esa cofia, que les da calor, bajo el rayo del sol en la Piazza San Pietro, que no tiene ni un alero, ahí, se dejan la cofia y te miran de reojo, como un heavy metal en un recital de Motorhead. Parecen decir: "Yo me re merezco estar acá, así que paso primera; soy más fan que vos". Y tienen razón, porque son las más acérrimas fans de algo que conozco. Esa cofia las inviste de poder. 
Eso me lleva a la generalización de que el símbolo de poder por excelencia se lleva en la cabeza: a saber, coronas, tiaras, birretes militares, algún sombrero en particular, pelucas... y ahí me quedé dura. 
Caminando por el museo del Hotel des Invalides, mientras trataba de averiguar cómo es que los Franceses primero lo querían a Napoleón, después lo mandaron a la Isla de Elba, después lo trajeron de nuevo, después lo exiliaron otra vez; y qué pasó después, por qué hubo reyes después de la Revolución, etc, miles de preguntas, noté, con suma sorpresa, que en cierto punto, los regentes de Francia dejaron de usar peluca. Claro, en los siglos XVII y XVIII las pelucas en Europa eran símbolo de status,


"¡Sacré Bleu! Debería haber usado peluca. "
y ya para el siglo XVIII cuanto más alta la peluca, mejor posicionado estaba uno en la sociedad. Louis XVI fue el que decapitaron en la Revolución. El último rey con peluca. Después hubo varias juntas de gobierno, intentos de república y se mataron entre todos.  Llegó Napoleón a principios del siglo XIX, se autoproclamó Emperador y sólo vistió una corona de laureles. Las ideas estaban bien, sus estrategias revolucionaron la milicia mundial, y después de expandir el Imperio Francés como quiso, perdió todo por una mueca climática del destino, y bueno, la pericia de los almirantes ingleses. Pero, yo creo que la falta de peluca tiene algo que ver. Me sorprende que a los historiadores no se les haya ocurrido. ¡Que vivan las pelucas! 

sábado, 24 de agosto de 2013

Al pasto

Es una gran tendencia donde sea que voy, que en verano la gente se tira automáticamente al pasto. Como recordarán, escribí hace unas semanas sobre los ingleses al aire libre, y su afán de pulcritud y alto contenido etílico. Los parisinos, en cambio, son más informales en el equipamiento de sus "tiradas al pasto", pero revelan cierta ceremonia y finura en la selección de cosas que consumen. El vino es ineludible, y además nunca parecen borrachos- aunque no puedan pararse. 
Ayer visité la zona de Villette, que es cerca de un canal y un parque construido en la época de Napoleón, según dicen, el primer parque artificial de París, des Butte Chaumont. 
En otro parque, cerca del canal de Villette, que me dio una vista panorámica de París, también proyectaban películas. No me quedé a mirarla porque era en francés, y además ya había atardecido, y lo único que quería era mirar el atardecer. 
Otra cosa importante, vagué por Montmartre hasta acabar en el museo Halle Saint Pierre, donde había una exhibición de arte Pop, mayoría del trabajo publicado en las revistas HEY. Divertido y al mismo tiempo un poco cruel con el espectador. Hay piezas realmente incómodas. 
Hoy me levanté especialmente temprano, y noto con gran desagrado, que el desayuno sigue siendo servido después de las 11! Me estuve levantando temprano para nada? Qué horror. Bueno, más tiempo para vagar.

Mantenerse Limpia en París.


Esto es casi imposible. Y no estoy hablando de mantenerse limpio moralmente, porque si algo nos enseñaron los impresionistas, es que la mejor clase de arte sale de las situaciones dudosas en burdeles, casas de juegos y citas. Si no, consulten obras de Cezanne, Manet, Monet, Toulouse Lautrec y Renoir entre otros, que justamente pude apreciar ayer en el Musee d’Orsay.
Estoy hablando de la difícil tarea de mantenerse físicamente limpia y al mismo tiempo disfrutar de todo lo que tienen la Ciudad Luz para ofrecer. Ayer después del museo, compré algunos patés y quesos para hacer un picnic en un parque. El festival de envases, manchas y derramamientos de sustancias varias fue digno de ver. Pero, igual triunfé, y pude comer y leer un libro, después de varios minutos de momentos incómodos.
A la noche caminé y caminé por las orillas de la Seine tratando de sacar mejores fotos que las del año pasado, aunque sé que van a parecer las mismas. Camine por el Campo de Marte y noté, con gran desagrado, que ese polvillo blanco, que me imagino que habrán sido piedritas alguna vez, se me había metido en los pies, y casi llegado a los tobillos. Un incordio. Ya habían dado las 10 y la Tour ya se había iluminado con luces intermitentes como pasa cada hora, pero antes de las 11, pensé que sería una buena idea comprar un crepe y comerlo mirando la torre iluminada. Son esas cosas que a uno se le ocurren cuando realmente no tiene otra cosa de qué preocuparse. ¡Atención! Nunca, pero nunca, cometa el error de cenar antes de comer uno de estos crepes. Yo por suerte no había cenado; si no, estaría escribiendo esto desde la guardia de algún hospital por indigestión. El problema fue que decidí comprar el crepe antes de cruzar al Trocadero, desde donde no había mirado la torre todavía. Cuando uno recibe el crepe deja de gozar automáticamente de todas las facultades motrices, intelectuales y sensoriales. Lo único que se puede pensar es “¿Cómo hago para comerme esto?”

Y yo todavía tenía que cruzar la calle. Lo único que atiné a hacer fue sentarme frente a un carrousel y tratar de mantener mi dignidad batallando con el crepe. En eso una pareja de españoles se sienta al lado mío a comer un crepe también y ella le dice a él: “Tienes Nutella en el hombro.” Como verán, no es solo mío el problema de andar sucia por París. Le puede pasar a cualquiera. 

jueves, 22 de agosto de 2013

Inolvidable!

¡Y yo que pensaba que había estado poco en París en el 2012! Me acuerdo de todo milimétricamente. El hostel por suerte es el mismo y me encanta. Como hice en Roma el último día, traté de caminar de memoria hasta el hostel, y llegué sin mirar la dirección desde el aeropuerto. La zona es ideal, Montmartre, a 3 cuadras de Sacre Coeur. Todo es hermoso. Después de la desprolijidad de Italia, París cae como un manguerazo de agua fría en verano. 
El olor a pis sigue vigente al igual que la parquedad de los parisinos, pero también volví a reencontrarme con las croissants de desayuno, el buen café, el excepcional servicio del metro, calles ideales, y ganas irrefrenables de sentarme en todos los cafés.
París me recibió de noche, con wifi en el subte y una temperatura templada que hizo que mi periplo desde el aeropuerto con casi 30 kilos de equipaje no fuera tan sacrificado

 Lo bueno del hostel es que está enfrente a la estación Anvers, entonces, caiga donde caiga en el metro, sé que termino en la puerta del hostel .
Me encontré con la sorpresa de que me acordaba de algunos nombres de calles y de estaciones. Hasta llegué al hotel de memoria. Había estado tratando en Roma de prescindir del mapa (que hacen de uno un blanco fácil para los chorros), y a veces podía. Pero acá es más complicado, así que creo que voy a andar con el mapa y el helado pegado en la frente, como todo turista en babia.
París es cara. Una botella de agua, por ejemplo, que en Roma puede salir 60 centavos de euro, o nada, porque se puede tomar el agua de las múltiples fuentes (no la de Trevi) que hay en Roma para tales propósitos. Acá la botella está 2 euros. Yo no sé por qué uno termina comparando, si igual termina pagando lo que sea. No se va a quedar sin tomar alguna o sin pagar la entrada a un museo porque en Roma era más barato. Hablando de museos, tengo mis dudas de ir al Louvre. No sé si quiero pasarme un día entero mirando cosas que no son francesas. Sé que es muy controversial; así que lo dejo ahí, en suspenso: ir o no al Louvre. 

Beware of Ruins

Roma de noche tiene tesoros escondido. Bueno, son las mismas cosas que uno puede ver de día, pero con la luna llena, parecen de otro mundo. Me despedí de Roma con una gran cena y con la promesa de volver a ver Florencia, porque no hubo tiempo, después de varios días caminando y visitando sitios históricos. 
Lo que quería hacer en el último día era visitar la Cripta de los Monjes Capuchinos, que son catacumbas donde todo está hecho de esqueletos. La frase que está escrita al final es "Lo que eres, nosotros fuimos; lo que somos, serás." Me dio miedo y no fui. Será la próxima o nunca. No sé por qué el morbo de esta cultura es tan poderoso que siempre tenemos ganas de ver pinturas de gente sufriendo (Crucifixiones, martirios) o de muertos. 
Me asaltó la idea de que me gustaría vivir en Italia (no sé si específicamente en Roma), pero después me acordé que en el 2012, que conocí Paris, me quería ir a vivir ahí; a UK fui porque había estado de vacaciones, y de chica me quería ir a vivir a Mar del Plata. Es una verdad mundialmente aceptada que uno se quiere ir a vivir al lugar donde se va de vacaciones. 
Me fui de Roma con calor, jurando nunca más volver a quedarme en el hostel del chino corrector y negándome rotundamente a comprar miniaturas del Coliseo. La idea que yo tenía de Roma era muy diferente. Pensaba que iba a encontrarme con ruinas más amontonadas, no tanta basura en la calle, más seguridad y música de San Remo sonando en cada esquina. Igual vi la cantidad necesaria de Vespas, manteles cuadriculados, gente con bigotes y cara de argentinos para saber que estaba en Italia. 




martes, 20 de agosto de 2013

Vaticano

Ir al Vaticano suena más pretencioso de lo que es. Ante todo, existen todos estos mitos y miedos infundados sobre visitar el Vaticano: si nos vas temprano tenés que hacer una cola de 8 horas, hay que reservar turno por internet, hay que confesarse, etc. Mentira. Como muchas que rodean a esta institución, las cosas que la gente cree sobre la Iglesia Católica son una parva de idioteces. reservar tuno para saltearse la cola es una estupidez también. Llgué a las 11 de la mañana, hice 10 minutos de cola para entrar a la Basílica de San Pietro, en donde tuve dificultad para identificar santos. Tendrían que vender un album de figuritas para llenar con las imágenes, así la gente podría cambiar estampitas y decir "Te cambio San Blas por San Cosme". O "Uhhh, San Juan la tengo repetida 5 veces". Y si llenás el album vas al cielo, o algo así. Me metí en las catacumbas de los Papas, y vi tumbas, predeciblemente. Hay un gran culto a la muerte. Como si todo fuera prepararse para eso. Estoy tentada de ir a la Cripta de los Capuchinos a ver los esqueletos, pero me da un poco de morbo, y no sé si la voy a pasar bien. Igualmente, qué tumbas. Así da gusto morirse. 
En el museo del Vaticano, otra vez hice 10 minutos de cola. La cola más larga que hice fue la del baño. En el museo vi tantas cosas que no me alcanzaban los ojos, y los pies se me gastaron literalmente. La parte que más me gustó fue la Cámara de los Borgia. La capilla Sistina está muy sobrevaluada. Es verdad que es impresionante ver el techo, pero no es tan grande como la imaginaba. Hay frescos en las salas de los papas mucho más impresionantes, gigantes. Es que cada Papa pagaba a los artistas para que les rindieran homenaje de maneras fastuosas, cosa que yo también haría si fuera Papa. Por ejemplo, retratarme extinguiendo un incendio por gracia divina, como hizo uno, o como si fuera in dios romano. Pero es verdad que uno no sabe qué mirar de todo el estímulo visual que se encuentra en el Vaticano. Las estatuas de mármol también me interesaron. 
La gente en el Vaticano tiene que taparse porque no puede mostrar los hombros. Yo fue con un vestido de mangas cortas, pero había gente tapada con pañuelos, que convenientemente se venden a precios exorbitantes en la puerta del  Vaticano. 
El cansancio es extenuante, no puede ser que pasé 5 horas ahí adentro y no alcancé a ver todo. Tendría que pasar al menos 3 días sólo en el museo. Me adosé a varias visitas guiadas para conocer algunos datos de las pinturas, y traté de identificar qué pasajes de la biblia o de la mitología se representaban. Fue un tour interesante, pero el calor hace que el cerebro a cierta hora deje de funcionar. Entonces volví al hostel a dormir una siesta reparadora. Veremos qué otras maravillas me depara Roma. 

lunes, 19 de agosto de 2013

When in Rome...

... do as the Romans do. Pero no tengo ganas de pelearme por la calle, así que solo adopto algunas de las cosas que hacen acá. Ayer fui a caminar hasta el Palazzo Barberini, que es un museo de arte del Renacimiento, y la casa de los Barberini, que eran de esas familias con plata y muchos parientes que fueron Papas. El escudo tenía abejas. Y las abejas aparecen en unos cuantos frescos en el Vaticano. Es un lugar chico, fácil de recorrer y con láminas muy útiles; hasta se puede prescindir del audioguía. 
Después fue a sentarme a una callecita, que me recomendaron: via de la Paste. Y comí fideos, obvio. Presencié una divertida pelea entre una familia Italiana y los mozos, porque la comida tardaba mucho. La conversación terminó con la mujer levantándose de la mesa, seguida por su prole, y gritándole "Vaffangulo!" al mozo, y él le contestó algo como "Vos también!" Eso es servicio. 
Me quedaba sin visitar la Piazza Navona y fui a mirar a los artistas y sus caros intentos de vender arte en forma de paisajes de Roma. 
El hostel es atendido por unos chinos (que ahora me entero que son varios, pero para mí era siempre el mismo), y como estoy en campaña de aprender a decir al menos algo en italiano, saludo, y trato de hablar a veces con estos chinos. El otro día, entré al hostel a eso de las 7 de la tarde, y dije "Bona sera", porque pensé que era como good evening.  "Bon Giorno!!!" Me respondió, el muy cretino, corrigiéndome. 
¡Loco, sos chino! No me corrijas ni me sobres! Qué increíble! Igualmente, los tanos son de corregir, o de decirte por qué lo que estás diciendo puede ser dicho mejor de otra manera. En los negocios, en la calle, los mozos. No se callan nada. 
Volviendo al chino, quién sabe cuál de todos, una mañana, en el desayuno, me tiró - literalmente- un folleto sobre la mesa. Era sobre conciertos al aire libre en el Castel Sant'Angelo. Claro, él me imprimó el ticket para la ópera entonces sabía qué me gustaba. Gracias al chino, ayer a la noche fui a ver un concierto de Schubert en la terraza del Castillo, y con la entrada pude visitar el museo y quedarme mirando los fuegos artificiales porque había habido un partido de football, y la vista impresionante de los puentes de Roma de noche. 

domingo, 18 de agosto de 2013

Hablando de...

...Roma!
Sí, seguimos en Roma, con sus fuentes y su gente mal educada; sus tanos irascibles, y el tráfico. Ayer decidí ir a la ópera, entonces no me embalé en hacer algo muy pretencioso a la tarde porque si no iba a llegar justa a la ópera, y sucia además. 
Entonces, sólo caminé. Fui a mirar el foro romano, algunas otras ruinas, el río - sí, Roma tienen un río que no es muy protagonista, pobre, porque el Coliseo y la Fontana de Trevi son aparentemente más interesantes. La verdad, en una ciudad con tanta agua en movimiento, un río pasa bastante desapercibido. 
Lo que más me gustó de lo que vi fue el Pantheón- y no hablo del boliche de la avenida de Mayo, sino un edificio perfectamente circular, con un agujero en el techo por donde, según cuenta la leyenda, no entra el agua. Pero por algo los Antiguos Romanos- gente ingeniosa si la hay- hicieron agujeros en el suelo de mármol, y construyeron el piso del Pantheón de manera que el agua de la lluvia desembocara ahí. El Pantheón es una iglesia- además- pero tiene las tumbas de dos reyes (Vittorio Emanuel II y Humberto I) y la de Rafael- que también era una tortuga ninja. No puedo dejar de pensar en las tortugas ninja, no lo puedo evitar, están en todos lados!
Otra cosa que me causa gracia constantemente es mi visión de Roma de cuando era chica. En la casa de mis padres había un libro marrón con fotos de Roma- que después usamos para presentar Nerón- la obra que escribió y protagonizó Paz en la secundaria. En ese libro había gladiadores y gente vestida de época, y me acuerdo de pensar que si uno iba a Italia iba a ver a la gente vestida así. Es muy loco, porque no estaba tan errada. Hay miles de tipos disfrazados de Gladiadores en las esquinas más importantes que cobran por sacar fotos con los turistas. 
La ópera estuve genial. Fui a ver la Traviata de Verdi, y como todos saben, la dama de las Camelias, la protagonista, está enferma de tuberculosis. Me sentí muy identificada con la heroína que sufre de los pulmones, como se imaginarán. El edificio era muy chico pero con rasgos de la belle epoque, y lo mejor y más inesperado de todo fue que en uno de los intervalos nos sirvieron un plato de tirabuzones con tuco. ¡Eso es servicio! Los acompañé con un Campari y disfruté de todo el esplendor de la cultura italiana. 

viernes, 16 de agosto de 2013

No se hizo en un día

No, se hizo en más de 20 siglos de incansable construcción, reconstrucción, entierro y desentierro de ruinas, cañerías, termas, duomos, estadios, anfiteatros, puertas, columnas, etc. Hoy fue mi primer día entero en Roma, y la verdad es qeu pensé que no iba a desfallecer del calor. Y me equivoqué. Salí del hotel con nuevos bríos y ansias de conocer. Mi idea era llegar al Coliseo. Pero en el medio me topé con la Basílica Santa María Maggiore. Es muy grande e imponente como su nombre sugiere entonces entré y me hicieron poner una pashmina en los hombros. Pagué el audio guía, pagué la entrada al museo, y también a las catacumbas donde aprendí al diferencia entre un ladrillo del siglo I AD y uno del siglo IV AD: También aprendí que tufo es piedra volcánica, según el guía muy común en esta zona. ¿Ven? esta es tan solo una muestra de esas cosas inservibles que uno aprende en los viajes y después se olvida apenas llega a la aduana en Buenos Aires. 
En el museo vi las riquezas que llevan los papas al hombro cuando se consagran como tales y un montón de retratos de gente con alguna enfermedad congénita por lo cual asumí que eran del alguna dinastía muy poderosa como los Borbones o los Borgia. 
Después miré la iglesia propiamente dicha y me ofusqué muchísimo. Todo ese oro - un "regalo" de los reyes católicos- adornando un lugar religioso. En un palacio lo puedo comprender, pero para fines religiosos me parece despreciable y hasta grosero. La riqueza de las piedras (había piedras de todo el mundo en el altar mayor) me dio tanta rabia que las manoseé todo lo que pude, aunque decía no tocar. Los confesionarios tenían luces rojas para los "ocupados" y carteles con los idiomas que hablaba el cura de turno. 
Llegué alrededor de la 1 al Coliseo y casi me caigo de espaldas. Uno nunca se imagina lo grandes que son estos monumentos mundialmente famosos hasta que los ve y sigue sin poder creerlo. 
Entrar fue un periplo pero no iba a ser tan precavida de reservar tickets y esas cosas que hace la gente organizada. Jamás. Así que hice la cola. 
Adentro casi me cocino, porque la mayoría de la excursión es afuera, al sol, y estamos teniendo un clima impecable. Los restos del Coliseo dejan mucho espacio a la imaginación. Hay que imaginarse los palcos, la arena, los leones, las gladiadores, etc. Me alegro de haber visto Ben Hur. es increíble pensar en todo lo que pasó y la gente que pasó por el Coliseo romano, y que además siga en el mismo lugar, que hayan pasado casi 2 milenios, que haya tenido un sistema de canaletas, lugares para los senadores y una distribución según clases sociales. A pesar del cansancio, todavía puedo apreciar que los romanos se merecían seguir comandando un imperio, porque evidentemente pensaron en todo, y proveyeron a la mitad de Europa con caminos, termas, agua corriente, mosaicos, cúpulas y religión mientras los demás pueblos todavía hacían fogatas frotando ramas. 
Como mi entrada también servía para el Palatino y cuando por fin pude encontrar la salida del Coliseo eran las 3 y media de la tarde, pensé que lo iba a visitar en el mismo día. Después de todo, Roma no es como Londres; acá todo es lento, los negocios siguen abiertos hasta cualquier hora y siempre es hora de cenar. 
Después de tomar un Campari, fui al Palatino, que es básicamente, una polvorienta colina, llena de restos de anfiteatros, foros y columnas, muy impactante. Recorrí lo que me permitió mi energía hasta que sucumbí a una canilla de agua y además de llenar mi botella, me tiré unos cuantos litros encima para aplacar el calor. 
Después me senté en una banca, como la tia Selma y me pude levantar recién media hora más tarde. Me arrastré hasta el Metro y aunque me arrepiento de no haber visto Roma desde arriba, porque seguro que me perdí alguna fuente, llegué a Termini (Constitución) en 10 minutos. 
Dormí una siesta reparadora, doppo una ducha, y me desperté a las 10 de la noche. Menos mal que estoy en Roma y la noche recién empieza. Me espraba la Piazza Spania, la del Popolo, y unas porciones de pizza con Peroni. Salute!




Todos los caminos...

Sí, llegué a Roma, por el Fiumicino, que es mucho más desprolijo de lo que esperaba, y carece totalmente del glamour d elos aeropuertos europeos. El treno que me llevó hasta Termini era una heladera con rudas, no sólo por el aire acondicionado, sino por las dimensiones aparatosas y la falta de liviandad al andar. Por la ventanilla comencé a ver retazos de una ciudad con pastos mal crecidos, paredes despintadas, abandono, en fin, desprolijidad, roña, todo lo que no tuve al alcance de la mano en Inglaterra, ahora me rodea en Roma, la cuna de la exageración y el carácter podrido. 
En Termini tuve un poco de miedo, por varias razones. Primero, parece Constitución; segundo, tenía toda mis pertenencias y mucho calor, una pésima combinación; tercero, me habían robado el candado de la valija en el avión; cuarto, necesitaba una ducha con urgencia. 
de un modo u otro, caminé en la dirección correcta y llegué al hostel, bastante malo, pero aguantable, sin aire acondicionado (cómo no me fijé en eso antes!) pero con buen desayuno y wifi, ambos elementos que hacen de un viaje una experiencia pasable. 
Sin dejar de perder el tiempo, aunque el conserje me juró que no iba a encontrar nada abierto porque era feriado, me fui a buscar un helado y a la Fontana de Trevi, que aparentemente, vienen juntos en esta ciudad.
Lo logré, pero en vez de tomar un helado, tomé dos, por la simple razón de que quería probar más de dos gustos. Sobra decir que cada vez que uno dobla una esquina en Roma se encuentra con un siglo diferente o con una fuente, y además, no me resulta muy fácil mantener la boca cerrada - no porque no domine la lengua del Dante, sino por el asombro. 

jueves, 15 de agosto de 2013

El Imperio y más allá

La Reina Victoria no era solamente la reina de Inglaterra desde 1832 y 1901, sino también la Emperatriz de la India- y la regente de todo el Commonwealth, Nigeria, South Africa, etc. como buena monarca, se ocupó de que en sus dominios, o al menos en el centro de su Imperio, no faltara nada, y por consiguiente, la gente no tuviera que andar viajando por el mundo en busca de rarezas. Entonces, se ocupó de abrir al público cosas como el zoológico y los Jardines Botánicos de Kew, que en realidad eran privados, de una reina anterior.
Londres me dio 3 días fríos y con lluvia, en los que necesité abrigo de varias capas,  zapatos cerrados y dormir con pijama. Mi idea era ir a Kew Gardens, pero dudaba, ya que si iba a llover todo el día, prefería ir a algún lugar bajo techo- como el cine del lunes. Pero estuvo frío con lloviznas y fui igual.
No sólo es un jardín botánico donde uno puede ver árboles con carteles, sino un parque temático con variantes, para que uno no sienta que nada más está mirando plantas. Por ejemplo, hay una pagoda, rodeada de un jardín estilo japonés. También hay un puente circular que va por encima de la copa de los árboles más antiguos, por lo tanto uno puede mirar el verdor desde arriba.
Después hay un lago con puente y sus correspondientes patos, y las flores están separadas por zonas, para que se concentren los aromas.
Ahora, con respecto a las rarezas, la Reina Victoria hizo construir un invernadero con especies de palmeras de todo el mundo. Menos mal que hacía frío. Adentro del vivero, la temperatura era tropical y se podían ver palmeras y lianas de varias selvas. Platas de kola, café, té, etc, todo lo que consumimos todo el día y ni sospechamos que viene de una planta. Y ese vivero era tan gigante que también tiene desfiladero en las alturas para poder apreciar las palmeras mejor que si estuviéramos en la selva. Por eso es tan sabia abrir estas cosas al público. Para que los súbditos no quieran explorar, y prefieran quedarse, si total, en su país también pueden verlo.
Ayer también hice uso de las instalaciones bajo techo de, por ejemplo, el teatro Globe, y fui a escuchar una charla sobre The Tempest. Después de eso cené en un restaurant Indio, para despedirme de Londres con la mejor comida que el Imperio pudo someter bajo su poder. Menos mal.
Todo el día de ayer y hoy Londres estuvo invadida por los Escoceses, vistiendo sus tradicionales kilts, camisetas de football y grandes dosis de alcohol, porque había un partido contra Inglaterra. Después supe por los Scots que estaban en el hostel que perdieron.
Una pena, sabiendo toda la anticipación e ilusiones que pusieron en ese partido, al menos al haber viajado e invadido Londres, tal vez, de la única manera que pudieron hacerlo los escoceses: por razones deportivas.



martes, 13 de agosto de 2013

London - desde otro ángulo

Volví a London, al mismo hostel del año pasado, el que era una cárcel. volvimos a la colimba, las duchas feas, el desayuno ruidoso y los kilómetros de escalera. Volví a London y apenas llegué me di cuenta de que no sabía qué hacer!
Fui a caminar por el Thames, fui a ver si había algún lugar libre en el Globe, pero no, estaba todo vendido. Hice lo mismo en varios teatros. Sin suerte.
Terminé en el cine, después de casi un mes de no mirar una pantalla que no sea de computadora. Miré una película Árabe, o de los Emiratos. Se llama Wadjda y no sé si la estrenaron allá. Es sobre una nena musulmana que tiene los típicos contratiempos de una mujer creciendo en las tierras donde las palabras del profeta son ley. Me gustó, pero creo que podría haber tenido un poco más de drama. no puede ser tan fácil ser mujer en Arabia Saudita (o thereabouts).
Entonces, cuando salí del cine eran las 8 30 de la noche, pero todavía era de día, y al estar en Leicester Square, sólo doblé la esquina y me encontré en Chinatown! Yo había estado ahí en el 2002, la primera vez que vine a UK. ¡Qué lugar lleno de chucherías! Bueno, sí, como el barrio Chino en Buenos Aires. Pero acá tenía tiempo libre para entrar a todos los negocios y probar cualquier cosa. Compré algunas cosas que no resultaron ser lo que yo pensaba, y otras me encantaron, a pesar de que todavía no sé exactamente de qué estaban hechas. Sigo viva, así que no hay de qué preocuparse. Compré moon cakes, unas empanaditas de cerdo pero dulces, unas cosas de coco y unas galletas de nuez. Nada exorbitante.
Según Samuel Johnson, "When a man is tired of London, he is tired of life." Creo que todavía me queda London para rato; no debo estar tan cansada.

Hastings Carnival

¿Está usted harto de ver siempre los mismo colores en la calle? ¿Siente que perdió las ganas de vivir porque la cerveza nos es lo suficientemente tibia? ¿Se siente pasado de peso y sin energía?
entonces usted tiene que visitar el Hastings Carnival . Lo único que necesita es un avión que llegue a Gatwick (por que es el que queda más cerca) un tren hasta la estación de Hastings, y listo! Puede caminar o tomar un taxi carísimo, que lo va a llevar por las serpenteantes calles (y sucias) del new Town, hasta que lleguen a las lomas y estrechas callejuelas del Old Town, donde se puede ver lo que queda del castillo de William the Conqueror, miles de lugares para comer Fish and Chips, el mar, las piedras y el Carnaval.
Llegamos a Hastings Old Town con Gabi para comer mariscos y lo hicimos en cantidades insanas. Cuánta felicidad proporciona el mar en forma gelatinosa, frita o sólo con limón.
El carnaval, aparentemente, duró 10 días, pero ayer sábado, era el día clausural, así que iba a ser el mejor.
Nos fuimos caminando hasta la costa donde vimos gente de todas las edades preparando carrozas hechas con cochecitos de bebé, motos o camiones, y disfrazándose con una dedicación y calidad pocas veces vistas.
El clima estaba muy lindo, un poco ventoso, pero para todos era un día brillante. La chatura en la vida del grueso de la población de Hastings, se vio iluminada por una semana ocupada, donde todas las comunidades y clubes salieron a la calle a mostrarse. Por lo general, en Hastings no vive gente culta y elegante. está lleno de chavs, que es una palabra para una tribu urbana que escuchan rap, toman en la calle, usan ropa deportiva y "se meten en problemas"; y miles de madres adolescentes, pasadas de peso. No un poco gorditas, obesas. Según Gabi, Inglaterra en el país más gordo de Europa. La verdad, lo comprobé en el desfile de carrozas. Acompañando las carrozas temáticas, que contaron con ejemplos muy loables, también hubo desfiles de lo más soso y hasta grotesco. ¡qué gran lugar par criticar a la gente! Ya sé, Paz, Laura, acá también me va a partir un rayo.
Lo más interesante del desfile: los Steampunks. Son en realidad un género literario de ciencia ficción, pero también tienen su propio culto para vestirse, y es como si los victorianos hubieran tenido punk. Entonces, se visten con corsets y trajes, pero con agujeros y alfileres de gancho.
Lo más preocupante: las bastoneras. Algunas tenían 5 años y ya portaban barriga.
El día fue cerrado con fuegos artificiales desde el castillo, y me encantaron. Y sí, luces y colores; lo más básico pero también lo más cautivante.