En Termini tuve un poco de miedo, por varias razones. Primero, parece Constitución; segundo, tenía toda mis pertenencias y mucho calor, una pésima combinación; tercero, me habían robado el candado de la valija en el avión; cuarto, necesitaba una ducha con urgencia.
de un modo u otro, caminé en la dirección correcta y llegué al hostel, bastante malo, pero aguantable, sin aire acondicionado (cómo no me fijé en eso antes!) pero con buen desayuno y wifi, ambos elementos que hacen de un viaje una experiencia pasable.
Lo logré, pero en vez de tomar un helado, tomé dos, por la simple razón de que quería probar más de dos gustos. Sobra decir que cada vez que uno dobla una esquina en Roma se encuentra con un siglo diferente o con una fuente, y además, no me resulta muy fácil mantener la boca cerrada - no porque no domine la lengua del Dante, sino por el asombro.
Ay,Kari, me hacés reir mucho, que genia!!!
ResponderEliminarun besote.
Dani