Recorriendo Montmartre, preguntándome en qué café se habrá sentado, en qué boulangerie compró medialunas, yendo al museo y viendo que no está entre los artistas que dieron vida a Montmartre. En Montparnasse lo tienen escondido pero no me animo a ir a ver la tumba. Puede ser que cuando vea el mármol de la lápida, con el cronopio arrastrándose, me pierda y ya no pueda volver.
Así que por ahora me mantengo lejos de Montparnasse. Me voy a conformar con escuchar la lluvia sobre los adoquines de Montmartre, viendo los toldos rojos y blancos, yendo a escuchar jazz a Rive Gauche, mirando con adoración a los Tabacs y preguntándole a los puentes si vieron a Julio, en Agosto.
Chapeau!
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