viernes, 19 de septiembre de 2014

Tarjetas y correspondencia

Oh Merry England. Acá, donde el Mayor of London jura que la ciudad posee los colectivos más avanzados del planeta, acá donde la tecnología avanza despiadadamente, el correo sigue siendo una institución tan actual como twitter. 
Como corresponde, en Nutford House, donde me alojo, junto con casi 200 otros estudiantes universitarios de la University of London, tenemos una casilla de correspondencia. Los primeros días yo veía cómo los recepcionistas entregaban sobres a varios estudiantes, que preguntaban "Hay algo para el número 36?". Un día se me ocurrió preguntar a mí. Tenía 3 sobres. Uno era una invitación a hacerme socia de una clínica de la zona, otro era de la facultad, y el tercero me lleva al siguiente tema que quería explorar: las tarjetas.
Creo que nunca en mi vida había tenido tantas tarjetas como las que recolecté en los últimos dos meses. 
Todos se imaginan que uno tiene una credencial para la facultad, pero también tengo una para Nutford House. Así que es difícil acordarse cuál sirve para qué. Por otro lado, me hice socia de la Biblioteca de Senate House (que es enorme y está al lado de Birkbeck) y miembro lector de la British Library, con acceso a los salones de lectura que tanta reputación tienen entre los académicos. Para cada una de estas cosas tengo credenciales, con fotos más o menos agraciadas. 
Además de las tarjetas oficiales, hay otras que aparecen en la vida del ciudadano común en Londres. Tesco ofrece su Clubcard para acumular puntos, Sainsbury's tiene su Nectar card (los dos supermercados más importantes). 
A eso se le pueden agregar tarjetas de lealtad a librerías (Foyles, Waterstones), farmacias (Boots), teatros. En fin, el ciudadano londinense tiene que acordarse de todas sus credenciales hasta para ir a comprar el diario. 
De a ratos, me dan ganas de subvertir este orden tan riguroso donde el ciudadano bienpensante que le es leal a su marca, y contribuye acumulando puntos con las tarjetas que guarda prolijamente en su billetera y que despliega de acuerdo al negocio donde se encuentre ¡y llegan por correo! Se terminó. Mañana voy a Tesco con la tarjeta de Sainsbury's- que es como pedir frenys en burger- y voy a empezar una revolución de códigos de barras confundidos.














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