El pub inglés es una tradición tan arraigada en la cultura que casi
cualquier cosa se puede hacer en estos lugares. Un verdadero pub inglés tiene
una barra de madera lustrada, antigua, con muchas bombas de cerveza, ales y
sidra, una selección de snacks, una señora gorda y rubia que sirve, dos
diarios, un viejo a lado de la barra, una máquina para apostar, alfombra de
colores, mesas de madera, cuadros, una chimenea, techo bajo, olor a guardado, y
pegote de cerveza en la barra.
Uno entra a un pub y forma fila en la barra, porque no hay mozos; eso es
lo primero que hay que saber. Una vez que le llega a uno el turno, es siempre
bueno probar un ale (que es cerveza marrón sin gas) y probar alguna marca
nueva. Hay cerveza en porrón, pero la idea es tomar pintas. Se puede pedir una
pinta o media pinta, pero es más barato pedir una entera. También la sidra es
muy popular, viene de muchos sabores frutales y el otro día probé una que se
llama Toffee Apple, que tiene gusto a caramelo.
Una vez que se decidió qué tomar, se lleva su vaso a la mesa, muy pocas
veces sin haber volcado nada, y ahí se empieza la verdadera experiencia del
pub. La gente hace de todo, juega juegos, lleva a sus perros, festeja
cumpleaños, cena, almuerza; es decir, continua como si estuviera en su casa,
porque eso es lo que significa pub, es la versión corta de “Public House”. Los
pubs, antiguamente, eran como tabernas que servían comida y bebida a los
caminantes, y además tenían cuartos en el piso de arriba como una hostería. Aunque uno ahora pasa solo
unas horas en el pub, la idea de sentirse como en casa (al menos, en la casa de una señora vieja)
sigue vigente.
En Radley College no se puede beber, así que vamos al pub que queda a casi 1 km de acá. Y ahí dejamos fluir nuestras preocupaciones, miedos (la guerra, las cucarachas, jaja) y nos relajamos. el problema: es el único que hay. A ver cuándo nos cansamos...
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