miércoles, 2 de julio de 2014

Lo mejor y lo peor

Londres es Londres, siempre la misma, round the clock. Lo que cambia es mi situación alrededor de London. Y como uno es uno y su circunstancia, lo único que me importa de London hoy es lo que toque a mi situación en particular.
Si en el futuro hay una reunión de trabajo o académica- que las hay, dos de ellas- miro por la calle cómo va la gente vestida a esos eventos. Me concentro en la gente que anda cerca de las Universidades, trato de adivinar si son estudiantes, si son extranjeros, si se los ve felices...

Lo que no hago es buscar recitales, ni eventos de índole recreativo (bueno, no hace 48 horas que llegué) pero quiero tener toda mi energía para cumplir horarios, tomarle el tiempo al subte, ver si a la hora pico se llega igual de rápido.

También busco el conocimiento. Estoy decidida a indagar hasta la última consecuencia. De hecho recién busqué por qué el areopuerto de Madrid se llama Barajas y esperaba una explicación con tintes medievales, como la del sandwich. Pero no, estoy muy decepcionada. Barajas se llama Barajas porque está en la localidad de Barajas. Bah!
En cambio, acá en UK, todo tiene una razón detrás del nombre de los lugares. Y algún monumento recordatorio también.
Por ejemplo, las estaciones de subte: Charing Cross, Monument o Bank remiten a un evento histórico.
London es infinita, no deja de sorprender. Hoy descubrí cuanto musulman hay en la zona de Marylebone, y además, que existe un monumento a JFK. No sabría precisar la razón.
Lo mejor
Comida en Mark & Spencer
el olor de los pubs
la voz del subte
los diarios
las calles
Clink 78- el mejor hostel del mundo- y que me haya tocado la misma habitación del 2012
la amabilidad de los vendedores y transeúntes.

Lo peor:
El olor de los pubs
el mundial en todos lados
el café (por favorrrrr, qué assscooo)
la mega organización que te indica por dónde caminar en el subte
los anuncios de llevar agua por las altas temperaturas (hoy hizo 25 grados, epa)
las pocas ganas de vivir que uno ve en el subte- que no se comparan par nada con la ansiedad y entusiasmo que porta uno.
las calles cambiando de nombre cada 100 metros.

Sigo viviendo todo esto. A la espera de una nueva epifanía.




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