domingo, 25 de agosto de 2013

Cofias y Pelucas

Dedicado a Laura, Paz y Eli

Nunca subestimen el poder de las cofias y las pelucas. Ayer estuve en el Hotel des Invalides y me asaltó una reflexión que podría cambiar la manera de entender la historia universal. Ante todo, un poco de datos para ilustrar los principios de mis reflexiones. 
Muestra interactiva de Charles de Gaulle
Tumba de Napoleon
Por todas las ciudades en que estuve, esquinas, aviones, puestos de tarjetas postales y plazas públicas, vi monjas de todos los colores y tamaños. Es sabido que el fanatismo que despierta Jesús es comparable al de algunas estrellas de rock; no me hagan citar a John Lennon, todos saben lo que dijo y tenía razón. El fanatismo que levanta Jesús es comparable a la Beatlemeanía. Después de los Beatles, los fans comenzaron a adquirir vestimenta característica para que los demás noten, a simple vista, qué tipo de música preferían, o con qué banda simpatizaban. Pero, en algunos casos, esto es dudoso, ya que uno ve a un sujeto con pins en la solapa del saco y raya al costado y sabe que es un moderno, fan de Franz Ferdinand tal vez, pero uno no tiene la certeza. Y si vemos a un sujeto con cuero, sin limpieza, borcegos, y una cresta, podríamos decir que es punk. Pero y si le gustan los Redondos? Podríamos estar en un problema. Entonces, el fan se identifica y lo comunica usando un código un poco vago. 
En cambio, las monjas, groupies por excelencia, porque si Jesús está en todos lados, ellas también, y lo siguen, lo siguen y lo siguen. Y usan cofia. Esa cofia, que les da calor, bajo el rayo del sol en la Piazza San Pietro, que no tiene ni un alero, ahí, se dejan la cofia y te miran de reojo, como un heavy metal en un recital de Motorhead. Parecen decir: "Yo me re merezco estar acá, así que paso primera; soy más fan que vos". Y tienen razón, porque son las más acérrimas fans de algo que conozco. Esa cofia las inviste de poder. 
Eso me lleva a la generalización de que el símbolo de poder por excelencia se lleva en la cabeza: a saber, coronas, tiaras, birretes militares, algún sombrero en particular, pelucas... y ahí me quedé dura. 
Caminando por el museo del Hotel des Invalides, mientras trataba de averiguar cómo es que los Franceses primero lo querían a Napoleón, después lo mandaron a la Isla de Elba, después lo trajeron de nuevo, después lo exiliaron otra vez; y qué pasó después, por qué hubo reyes después de la Revolución, etc, miles de preguntas, noté, con suma sorpresa, que en cierto punto, los regentes de Francia dejaron de usar peluca. Claro, en los siglos XVII y XVIII las pelucas en Europa eran símbolo de status,


"¡Sacré Bleu! Debería haber usado peluca. "
y ya para el siglo XVIII cuanto más alta la peluca, mejor posicionado estaba uno en la sociedad. Louis XVI fue el que decapitaron en la Revolución. El último rey con peluca. Después hubo varias juntas de gobierno, intentos de república y se mataron entre todos.  Llegó Napoleón a principios del siglo XIX, se autoproclamó Emperador y sólo vistió una corona de laureles. Las ideas estaban bien, sus estrategias revolucionaron la milicia mundial, y después de expandir el Imperio Francés como quiso, perdió todo por una mueca climática del destino, y bueno, la pericia de los almirantes ingleses. Pero, yo creo que la falta de peluca tiene algo que ver. Me sorprende que a los historiadores no se les haya ocurrido. ¡Que vivan las pelucas! 

1 comentario:

  1. Y se mataron entre todos.... Gran resumen de la cuestión. Seguro napo usaba peluca porque parecía más bajito
    Vive la peluc!

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